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viernes, 10 de abril de 2020



HASTA EL TECHO Y MÁS ALLÁ

Si os digo la verdad no sé exactamente cómo empezó. Algún día hace ya mucho tiempo, se me ocurrió juntar todas las cosas que muchos de ellos traen por la mañana, y enseñarlas y comentarlas una por una: un libro de animales, un tigre peluche, un helicóptero, un coche de bomberos, un dibujo, un viejo móvil inservible de papá, un Woody, un Batman, una oveja, un cuaderno de coloreo y copieteo, un sombrero, una trompetilla, un toro de esos que se ponían encima de la tele, un viejo monedero y un sinfín de objetos a los que ellos tienen misterioso apego y que yo termino adorando por la oportunidad que me dan de sentirlos protagonistas y hablar de montones de temas que no estaban previstos. Enseñamos la oveja, nombramos a la niña que la ha traído, que se siente emocionada, le preguntamos quién se la regaló, qué nombre le ha puesto, si la quiere mucho; descubrimos que duerme con ella para no tener miedo, que se llama Blanquita, que la encontró tirada y sucia en una esquina. Cantamos una canción para esta linda ovejita, tengo, tengo, tengo, tú no tienes nada, tengo tres ovejas en una cabaña, le cantamos una nana, duerme, duerme ovejita, que tu mama está en el campo trabajando, te va a traer muchas cosas para ti, y si la oveja no se duerme viene el diablo blanco, chacapumba, chacapumba... Sube la oveja a lo alto de la pizarra maestro y que se tire para abajo, tal como hace Batman, y la subo y la dejo caer y la recojo, y gritan entusiasmados, y ahora maestro tírala hasta que llegue al techo como hiciste con Superman, y la oveja vuela hasta el techo y se ríen alborotados, y ya está bien de oveja chicos, vamos a dejarla que duerma un poquito, y la acuesto sobre la repisa de las cosas de buena mañana que me traen mis buenos niños, y siento que ellos logran que mi imaginación se dispare y me convierta en un tipo un poco loco, y que consiga dar un toque de alegría participativa a ese tramo de la mañana que va desde las nueve a las diez, al que suelen llamar asamblea, y para el que yo no tengo nombre ni denominación, ni falta que me hace.

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