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martes, 14 de abril de 2020






Juguetes para mejorar el mundo

Me traen juguetes y objetos que depositan en mi mesa para que yo los enseñe a toda la clase. Hoy por ejemplo había amontonados allí una "Dora la Exploradora" de tela, un dromedario (J. Antonio siempre trae animales), una muñeca "bebé" a la que Carlota lanza al aire y luego trata de recoger imitando lo que yo hago ante ellos como parte del show de presentación; un coche rojo deportivo, un caballo, más bien un poni, de tela, un pequeño gatito con el que hemos tenido un buen rato de lío porque yo no me enteraba bien de su nombre, un Superman de goma con cuerpo extrañamente desproporcionado cuyos brazos se estiran desmesuradamente y con puños amenazadoramente grandes, un pequeño dado, un teléfono móvil que emite una infernal y machacona musiquilla, una muñeca de trapo con dos caras, una que la muestra dormida y otra despierta (atinadamente Alejandro propone que la llamemos Dos Caras y no Alcachofita como había propuesto yo, soy un poco gamberro poniendo nombres), un pequeño perro también de Carlota al que también lanza hacia arriba imitándome y que se estrella en el suelo al no poder recogerlo, pobrecito, pobrecito, se ve que nunca ha trabajado en el circo como otros que hemos tenido...¿Nombre del perro?, no tiene nombre, decidimos llamarle Dálmata por sus manchas negras; una muñecota grande de tela con enorme cabeza en forma de fresa, más bien fresón, espera maestro "que esa hace cosas" me dice Ornella, "qué es lo que hace Ornella", "voy para allá y te lo digo", y Ornella se levanta y viene hasta a mi y levanta el ropaje de la muñeca por atrás y mueve un interruptor y de allí surge un ritmo muy marcado, una muy alegre canción infantil. Como buen maestro de ceremonias que debo ser hago que Fresita baile, que mueva sus brazos y sus piernas y su gran cabeza de fresa, y todos se ponen a bailar al ritmo de la música, espontáneos y jubilosos, y yo evoco otra época, recuerdo los llanos campos sembrados de fresas, las duras jornadas de penoso trabajo, y no puedo evitar pensar que conviene no olvidar que es posible un mundo mejor, un mundo en el que todos los niños puedo disfrutar de sus Fresitas, sus Dálmatas, sus Dos Caras que a la vez duermen y velan.

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