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viernes, 3 de febrero de 2012

EL GENIO DE TCHAIKOVSKY SE HACE MAGIA EN LOS NIÑOS


Ocurre siempre cuando a la vuelta del recreo me llego hasta el reproductor de música y elijo la pista número dieciocho del cedé de audiciones clásicas; entonces empieza a sonar "El lago de los cisnes" de Tchaikovsky y ellos invariablemente comienzan a saltar, a ir de un lado a otro muy agitados, a reírse, a dar gritos de júbilo...Sí, tienen perfectamente asumido que "El lago de los cisnes" no es música que pongamos para escuchar tranquilamente sentados, es música con la que nos divertimos mucho, pues con ella representamos una historia que entre todos nos hemos inventado libremente; con esta música hemos montado nuestra particular obra de teatro, nuestra particular coreografía para celebrar al genial músico ruso de alma tan atormentada como la de su patria. 
Lo primero es repartir los papeles: hoy les toca a los niños hacer de cisnes, así que serán las niñas las que ejerzan de hadas madrinas; entre las niñas hay que hacer sorteo para ver cual de ellas hace de "bruja mala" y cual de "pajarillo mensajero". Con los primeros compases los niños corren al corcho, quiero decir al profundo lago azul donde nadan felices y despreocupados los cisnes y súbitamente convertidos en estos bellísimos animales se mueven sobre las aguas límpidas en las que espejea el sol. Las niñas se sitúan junto a la puerta, es decir en el sombrío bosque donde habitan las hadas buenas, justas, amigas de todos los animales y todos los niños y por supuesto de los cisnes. De la más profunda espesura del bosque surge la espectral y maligna figura de la "bruja mala", que encorvada y sonriendo malévolamente se dirige a la orilla del lago. Allí, con aviesas intenciones y sutiles engaños convoca a los cisnes, que inocentes e ignorantes de sus verdaderas intenciones acuden prestos. La bruja deja caer sobre las aguas miguitas de pan envenenadas que los cisnes comen rápidamente. La brujas pronuncia terribles palabras y después emite estruendosas carcajadas que hielan la sangre; los cisnes, aturdidos, confusos, doloridos, terminan exhalando el último suspiro y flotando muertos sobre el agua. Pero un pajarillo desde un árbol lo ha visto todo y presto vuela y avisa a las hadas del bosque. Las hadas se trasladan inmediatamente al lago, masajean el corazón de los cisnes y al cabo de un momento éstos resucitan.
Finalmente, hadas, cisnes, pajarillo y bruja arrepentida del mal que hizo, hacen un corro y dan unas vueltas entre risas y exclamaciones de alegría, que coinciden con los últimos compases de nuestro fragmento del "Lago de los cisnes".
Y ahora lo más curioso: cuando intento llevar a cabo nuestro juego, teatrito o como queráis llamarlo sin la música de Tchaikovsky, los niños pierden todo interés, no hay entusiasmo, ni magia, ni verdad en lo que hacemos. Y ahora decidme: ¿no era sublime y genial este compositor ruso?

2 comentarios:

  1. Por descontado que es genial, pero no solo este músico, sino todos los músicos.La música nos hace volar,imaginar, cambiar nuestro estado de ánimo. Si hay algún arte mágico, ese es sin duda la música. Yo, esta semana voy a hacer con mi clase " la semana de la música" y comenzaremos todos los días con una audición musical. En mi modesta opinión creo que se utiliza muy poco en las clases, sobre todo cuando los niños son mayores.
    Que tengas un buen fin de semana, compañero

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    1. Gracias amiga, lo mismo te deseo y también que te vaya muy bien esa semana de la música, espero que pongas algo en tu blog sobre la misma para saber como la has desarrollado y coger alguna idea.

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