Vistas de página en total

jueves, 27 de septiembre de 2012

LA PIÑATA



Leí un artículo en la prensa acerca de cómo estamos educando a nuestros hijos. Utilizaba el autor dos ejemplos o figuras que venían a mostrar el nefasto camino por el que nos adentramos o más bien les adentramos a ellos: las piñatas de cumpleaños, con todos esos niños empujándose, disputando, tironeando, peleando por alcanzar el botín, por agarrar más golosinas que los demás.
Y también recurría para mostrar hacia donde vamos al ejemplo del desaforado consumo que tiene lugar en fechas navideñas. Así que nuestros niños y niñas están asumiendo firme y continuadamente ese objetivo de “agarrar” y “llevarse cosas” cuya imagen es la lucha sin cuartel bajo la piñata, es decir, traducido a conceptos o valores obtener provecho pasando por encima de los otros, competencia feroz y sálvese quien pueda. Y además en relación al ejemplo del consumo navideño la absurda inclinación a consumir, sea o no sea necesario, consumir como única posibilidad de ser feliz y ser alguien.
Me consuela saber que mi hijo obtiene tiene poco éxito en las piñatas, la verdad es que es muy poco competitivo, aunque quizás tiene demasiadas cosas, más de las que realmente necesita, y de eso somos culpables su madre y yo. Espero que podamos poco a poco enseñarle que la verdadera felicidad no está en tener muchas cosas sino en sacar mucho partido a las que uno tenga: intensidad mejor que cantidad. Más o menos.

2 comentarios:

  1. Te doy toda la razón. Vivimos en una sociedad totalmente materialista y competitiva, en la que las cualidades personales y peculiares de cada uno se tienen en muy poca estima ¡las piñatas? me recuerda a los animales cuando les echan de comer.Los caramelos que tiran en las cabalgatas, me parece vergonzoso.Hace tiempo que dejé de hacer concursos y competiciones en clase porque siempre se llevaban los premios los mismos y los otros pobres a los que no se les daba bien el dibujo o la escritura o las carreras o lo que fuera, se quedaban siempre con la boca abierta, habiendo otras cosas que sabían hacer bien o teniendo en su manera de actuar unos valores inmejorables. Tampoco a mí me gusta paraticipar en concursos, si te das cuenta todo está enfocado hacia lo mismo, a pisotear al más débil.
    ¡Cuánto tenemos que cambiar! Muchas veces pienso que los maestros estamos siempre andando contracorriente.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Es una gran verad lo que dices, durante demasiado tiempo hemos utilizado los premios e incentivos en la escuela para motivar al alumnado, no digo yo que sea malo incentivar de alguna forma a los niños, pero hay que diseñar con mucho cuidado y tacto la forma de hacerlo para evitar que siempre los premios recaigan en los mismos, ahí tenemos mucho que trabajar los docentes,poner en juego nuestra imaginación y habilidades y sobre todos evitar que ni un solo niño pueda sentirse mal.
    Como siempre tu comentario muy interesante y certero, me ha gustado.
    Abrazos.

    ResponderEliminar