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martes, 11 de octubre de 2016

BESOS AL CIELO




Les cuento a los niños que mañana no habrá clase porque es el Día del Pilar. Les cuento que mi madre se llamaba Pilar y murió hace ya algunos años. Les cuento que a mi madre le encantaban las flores y que el día del Pilar todos aquellos que la conocían y la querían le regalaban flores y ella las ponía en jarrones por toda la casa y se sentía dichosa, se le notaba en la cara y en la forma en que se movía de un sitio a otro, con pasos rápidos y alegres, con el rostro radiante, con ganas de besarnos y abrazarnos a todos. Me preguntan mis niños si mi madre Pilar estará ahora en el cielo. Les digo que no sé dónde puede estar, pero que de todas formas vamos a mandar besos hacia arriba, para ella y para todos los abuelos y abuelas y buenas personas que un día conocimos y quisimos y que ahora ya no están. Dicho y hecho, todos se levantan y lanzan efusivos y sonoros besos hacia las alturas, radiantes también ellos e felicidad, convencidos de que los besos al final alcanzarán su destino: es muy raro que un beso sincero llegue a perderse.

jueves, 28 de abril de 2016

FLORES Y "DINORAQUETAS"


Con sus pequeñas manitas cogían flores a lo largo del camino, tropezaban unos con otros, se empujaban, reían, protestaban, señalaban con el dedo el lugar donde pastaban ovejas bajo la atenta mirada de una cigüeña en su nido o se paraban a coger una piedra que les había llamado la atención interrumpiendo la marcha y creando desorden y confusión en la fila...Cuando les pregunto en clase qué les ha gustado más, una me dice que todo porque ella quiere lser veterinaria, otro que el campo desde el principio al fin, otro que la cría de mastín aún con los ojos cerrados, otra que el bocadillo que se comió junto a la alberca...
Por la tarde les veo jugando alrededor del campo de fútbol, es evidente que aún les queda mucha energía para gastar. Cuando me ven  se acercan para mostrarme sus habilidades con los aros o unas raquetas que en realidad son "dinoraquetas", ya que el poseedor de las mismas es un gran amante de los dinosaurios, y todo lo remite a ese mundo remoto y fantástico. Me llaman y agotan sus manos diciendo adiós mientras me alejo, esas mismas manos que por la mañana se pincharon y cogieron margaritas y amapolas y conejeras y hasta un espárrago que ondeaba solitario en lo alto de un talud junto al camino.