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jueves, 11 de abril de 2013

ELOGIO DE LA MERIENDA



La merienda, lo estoy viendo estas últimas tardes, puede ser una muy buena ocasión, un feliz evento que los padres podemos aprovechar para pasar unos buenos momentos junto a nuestros hijos. Tenía yo a la merienda algo olvidada y apartada y me parece muy necesario recuperarla. Empiezas por proponer a tu hijo merendar juntos, le apartas de la televisión o lo que sea que esté haciendo, te sientas junto a él y el primer paso sería decidir juntos qué vais a merendar. Hay infinitas posibilidades y sobre todo hay muchas opciones divertidas, la merienda se presta maravillosamente a la imaginación y creatividad de pequeños y mayores. Se pueden colar sin muchos problemas en la merienda sorpresas muy cautivadoras y rompedoras, chucherías -porqué no- de impacto innovador y agradable, como esos sobres a los que llaman "fresquitos", que contienen una piruleta que se impregna de un fabuloso polvo ácido y efervescente con sabor a fresa que a mi particularmente me encanta. También hay fresquitos de otros sabores, limón, manzana, cocacola...Lo bueno de todo esto es que no descartamos de ninguna manera incluir en la merienda rodajas de fuel con pan, bocadillos de jamón y aceite, un buen trozo de queso acompañado de unas uvas, fruta, roscos caseros, buñuelos, donuts, chorizo con pan, una porción de chocolate y cualquier cosa buena y alimenticia que se nos ocurra. Puede que los expertos nutricionistas digan que esto se sale de los cánones y que es muy heterodoxo, pero ellos hablan desde su visión de expertos y yo hablo como padre con ganas de pasar un buen rato con mi hijo y de divertirnos juntos y si me apuran crear experiencias que serán punto de partida para otras cosas.
Preparar la merienda juntos puede y debe ser otra fuente de satisfacciones y seguramente de risas y algún que otro estropicio que nos nos tiene que sacar ni mucho menos, de quicio. En ningún caso merendaremos con la tele puesta, y sí que deberíamos buscar un entorno informal y agradable, una terraza soleada, un patio con macetas, la alfombra del cuarto sobre la que juega nuestro hijo, la misma cocina que tiene más magia de la que imaginamos.
Y ahora creo necesario decirles que cuando yo estudiaba bachillerato se me atravesaron de muy mala manera las matemáticas. Mis padres me buscaron unas clases particulares por las tardes. Y he aquí que a las cinco en punto me presentaba yo en el domicilio del señor Cardosa, un profesor delgado y alto que nunca me había resultado simpático, no por su carácter sino por la aridez de la materia que profesaba. Pero ocurrió un milagro. Yo estaba en la habitación destinada al estudio esperándole y él apareció con su merienda sobre una bandeja, un bocadillo de mortadela italiana que desprendía un aroma irresistible y una humeante taza de café. Aquella tarde, las matemáticas, por obra y gracia de la merienda, se me hicieron más amables y familiares, quizás me tranquilizó mucho comprobar que los profesores de matemáticas también meriendan.  

2 comentarios:

  1. ¡Cuánto tiempo hacía que no pasaba a verte! Reconozco que he estado demasiado liada estos últimos tiempos y he dejado los blogs un poco apartados, pero ahora que consigo abrir un huequito recuperaré el tiempo perdido.
    Pues si, la merienda es un momento delicioso para compartir con los hijos. Siempre que nos sentamos con la familia o los amigos alrededor de una mesa resultan momentos muy entrañables que se deben mantener y conservar siempre que se pueda. Un abrazo

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    1. Es cierto que nos falta tiempo para tantas cosas, sé por el contador que otra gente visita este humilde blog, pero eres tú la única que me comenta y eso tengo que agradecertelo mucho, la verdad es que tus comentarios me dan mucho aliento y me animan a seguir; ni yo mismo me visito, a veces descubro después de mucho tiempo un comentario tuyo, por suerte hoy he entrado para poner otra entrada que tenía ahí aparcada y he podido leer tu comentario, certero como siempre.
      Un abrazo.

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