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viernes, 16 de marzo de 2012

HASTA EL TECHO Y MÁS ALLÁ




Si os digo la verdad no sé cómo exactamente empezó. Algún día, hace ya mucho tiempo, se me ocurrió juntar todas la cosas que muchos de ellos traen por la mañana, y enseñarlas y comentarlas una por una: un libro de animales, un tigre- peluche, un helicóptero, un coche de bomberos, un dibujo, un viejo móvil inservible de papá, un woody, un batman, una oveja, un cuaderno de coloreo y copieteo, un sombrero, una trompetilla, un toro de esos que se ponían encima de la tele, un viejo monedero y un sinfín de objetos a los que ellos tienen misterioso apego, y que yo termino adorando por la oportunidad que me dan de sentirlos protagonistas y hablar de montones de temas que no estaban previstos. Enseñamos la oveja, nombramos a la niña que la ha traído, que se siente emocionada, le preguntamos quién se la regaló, qué nombre le ha puesto, si la quiere mucho; descubrimos que duerme con ella para no tener miedo, que se llama Blanquita, que la encontró tirada y sucia en una esquina. Cantamos una canción para esta linda ovejita, tengo, tengo, tengo, tú no tienes nada, tengo tres ovejas en una cabaña, le cantamos una nana, duerme, duerme ovejita, que tu mama está en el campo trabajando, te va a traer muchas cosa para ti, y si la oveja no se duerme viene el diablo blanco, chacapumba, chacapumba...
Sube la oveja a lo alto de la pizarra maestro y que se tire para abajo, tal como hace batman, y la subo y la dejo caer y la recojo, y gritan entusiasmados, y ahora maestro tírala hasta que llegue al techo como hiciste con supermán, y la oveja vuela hasta el techo y se ríen entusiasmados, y ya está bien de oveja chicos, vamos a dejarla que duerma un poquito, y la acuesto sobre la repisa de las cosas de buena mañana que me traen mis buenos niños y siento que ellos logran que mi imaginación se dispare y yo me convierta en un tipo un poco loco, capaz de aprovechar lo más insospechado para dar un tono de alegría participativa a ese tramo de la mañana que va desde la nueve a las diez, al que suelen llamar asamblea y para el que yo no tengo nombre ni denominación, ni falta que me hace.

lunes, 5 de marzo de 2012

YA ESTÁS "MUY GRANDE" MAESTRO


Esta mañana, cuando entramos en clase, lo primero que les digo a los niños es “escuchadme chicos, tengo algo que deciros, una noticia que daros: hoy es mi cumpleaños, así que me gustaría que me cantarais todos el cumpleaños feliz, lo mismo que hacemos cuando es el cumple de cualquiera de vosotros, yo no quiero ser menos”. Por supuesto me cantaron el cumpleaños feliz, con gran diligencia y energía, con sus voces infantiles y sus expresiones espontáneas y maravillosas. Después algunos propusieron que lo cantáramos también en inglés, y así lo hicimos; no contentos aún seguimos con “feliz, feliz en tu día, amiguito que Dios te bendiga...” y aún después “es un muchacho excelente, es un muchacho excelente”, para rematar con un súper estimulante, y unísono grito de reconfortante felicitación colectiva: ¡FELICIDADES MAESTRO!
Después de este inicio de jornada tan feliz, lo siguiente que hice fue llamar a mi mujer y pedirle que fuera a buscarme unas bolsitas de “chuches” para regalarles a la salida, es lo menos que yo podía hacer, caramba.
Me preguntaron cuántos cumplía y yo les dije que cincuenta y nueve y escribí el numero en la pizarra y ellos por supuesto no sabían leerlo y me comentaron que ya estaba yo muy grande, eso es cierto les dije yo, y pensé que realmente yo debo ser ya muy “grande”, tan grande, que mis niños no son capaces de entender ni asimilar el número que representa mi edad.
Pero luego pensé que tenía yo por otro lado una gran suerte, la suerte de celebrar mi cumpleaños con ellos, de la misma forma y con los mismos ritos que celebramos el cumple de cualquiera de ellos. A las dos se fueron felices a casa con sus chuches y yo me fui contento con sus canciones y felicitaciones.