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viernes, 20 de enero de 2012

HISTORIAS DE PATIO




Es interesante observar lo que ocurre en el patio. Samuel cabalga en su nervioso caballo, cuando de pronto tropieza y cae al suelo. Le rodean varios compañeros y él permanece quieto, inmóvil. Son segundos decisivos, el drama puede estallar en cualquier momento o pasar de largo; En esta ocasión pasa de largo. Samuel se levanta, viene hacia mi y me dice que se ha caído y se ha hecho daño, pero que no ha llorado. ¡Bravo Samuel, en gran medida en eso consiste la vida, en seguir adelante después de las caídas!
Pablo juega en una esquina junto a dos niñas. Intuyo que juegan de forma simbólica. Inesperadamente Pablo se incorpora y viene hacia mi llorando. ¿Qué ha pasado Pablo? “Me han apagado la tele, no me dejan ver la tele”, me dice compungido, ahogado por el llanto. Jugaban a las familias y lo hacían con tal intensidad y veracidad que cuando ellas decidieron castigarle sin tele, Pablo lo vivió como un hecho real, no caben bromas ni media verdades en el juego absolutamente serio de los niños.
Nacho, en mitad del patio va sacando flechas de su carcaj, las coloca con cuidado en el arco, lo tensa, apunta y dispara. No puede fallar porque la vida de los miembros de su tribu depende de que él cace suficientes bisontes. Después llamará a sus compañeros y cortarán la carne para llevarla al poblado.
La vida, con todos sus dramas, alegrías y amplios y ricos significados palpita imponente y majestuosa en los juegos de los niños en el patio.

2 comentarios:

  1. ¡Qué razón tienes en todo lo que dices!Los niños viven tanto su pspel que despierta todo tipo de pasiones. El juego es una cosa seria, muy seria...¡Cuánto podemos aprender de ellos!

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